viernes, 19 de marzo de 2010

Diez no, ocho

Es increíble como se queda el pasado enganchado en las canciones de ese ayer. Algunas melodías vuelven a encender la marca hecha a fuego y, sin necesidad de sal, vuelven a escocer. Los que saben de esto dicen que la solución es el perdón, el autoperdón, pero qué difícil es cuando el ser humano ha dedicado su vida a tratarse con el látigo. No es necesaria una cruz para disfrutar de un paseo por el Calvario.

Ah, ¡el perdón! con las encías ensangrentadas y las uñas afiladas...Hyde.


3 comentarios:

Isi Green dijo...

Nadie dijo que fuera fácil, amigo mío. Sólo nos prometieron que merecería la pena :)

supersalvajuan dijo...

Hay veces que no es suficiente el perdón.

STIRNER dijo...

No, no es fácil...pero seguro que merece la pena, eso seguro. Y sí, con el perdón basta, pero el perdón desde lo más profundo de tu corazón...ese es el antídoto.